La sensación de incomodidad que sentimos cuando hace mucho frío y mucho calor es universal y común para todos los seres humanos, ya que se relaciona con el instinto de supervivencia debido a que los seres humanos tendemos a alejarnos instintivamente de aquello que nos incomoda.
Por ello, desde la antigüedad todas las civilizaciones han intentado controlar las condiciones climáticas de su entorno con la finalidad de lograr una sensación más confortable. Por ello, las primeras poblaciones de seres humanos que fueron capaces de dominar el fuego se sentaban en torno a una hoguera, tanto al aire libre como en el interior de las cuevas, con la finalidad de espantar el frío del entorno. Para ellos el frío no era distinto de los depredadores, ya que, cuando este era muy intenso, entrar en calor era cuestión de supervivencia, de vida o muerte.
Con el paso del tiempo y de los siglos, las sociedades humanas fueron evolucionando y con ellas, la idea de hogar ha ido cambiando, siendo un espacio muy sencillo de una única estancia hasta la distribución de ambientes y habitaciones que podemos observar hoy en día en cualquier vivienda: el comedor, la cocina, los baños, los dormitorios, el salón, etc.
En estas viviendas, los sistemas de calefacción fueron muy variados y, por ejemplo, tal vez el sistema que más ha perdurado en el tiempo ha sido la chimenea; ya que hoy en día, en muchos hogares podemos encontrar este elemento que, aunque mucho más sofisticado, sigue cumpliendo la misma función de permitir sentarse en torno al fuego para entrar en calor.
Pero al margen de las chimeneas, a lo largo del siglo XX se ha visto un crecimiento exponencial y tecnológico en cuanto a los sistemas de calefacción y el control térmico de espacios para lograr una temperatura más confortable en interiores.
Por eso, si estás pensando en instalar un sistema de climatización para tu vivienda, en este artículo te vamos a explicar los más habituales que podemos encontrar y, por lo tanto, qué sistema de calefacción elegir dependiendo de tus necesidades y de las características de tu hogar.
Puedes utilizar una caldera o bomba de calor para proporcionar calefacción
Las calderas sirven para generar calor, por lo que se posicionan como un elemento indispensable para proporcionar calefacción a las diferentes estancias del hogar, aunque no es el único. Tan sólo debes elegir dónde la vas a instalar y el tipo de caldera que vas a utilizar, ya que existe una clasificación de calderas dependiendo de su eficiencia energética y según el tipo de combustible que utilizan para funcionar.
Así, tenemos las de gas natural, las de gasóleo, las que funcionan con carbón, que son las más antiguas y las menos eficientes, las que funcionan gracias a la energía eléctrica, que se pueden combinar con los paneles solares para funcionar con energía renovable y las de pellets o de leña, que también se considera una fuente de energía 100% renovable.
También existen las bombas de calor, que se consideran el sistema más eficiente de la actualidad y el que permite el máximo ahorro energético y del coste de la factura de la electricidad a final de mes, ya que funciona gracias dos aparatos que generan un circuito que funciona gracias a la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior.
Además, este circuito es reversible, por lo que se puede utilizar también en verano para proporcionar refrigeración al hogar. Este sistema se conoce con el nombre de aerotermia y es uno de los sistemas más utilizados de la actualidad, ya que funcionan, en gran medida, con energía renovable.
Su inversión inicial suele ser elevada, pero se amortiza a medio y largo plazo y permite ahorrar mucho dinero a partir de entonces. Por ello, si no sabes qué sistema de calefacción elegir, puedes anotar las posibilidades de cada uno dependiendo de su eficiencia energética.
Instalación de radiadores
Hemos hablado de las bombas de calor y de las calderas, pero estas no proporcionan calefacción por sí mismas, sino que necesitan otros elementos, como los radiadores para acondicionar la temperatura de la estancia. Por ello, existen en el mercado distintos tipos de radiadores.
Por una parte, los radiadores de agua se caracterizan por tener agua caliente o fría circulando por un circuito cerrado que hay en el interior de la instalación. Son muy económicos, tienen una larga vida útil y se suelen combinar tanto con las calderas de gas natural como con los sistemas de bomba de calor o aerotermia, por lo que son de los sistemas más eficientes que existen hoy en día en el mercado debido a que el precio del gas es más bajo que el de la electricidad y la bomba de calor consume muy poca electricidad para funcionar.
Los radiadores eléctricos, por otra parte, necesitan estar conectados a la red eléctrica. Estos radiadores pueden suponer un consumo eficiente de energía si se combina con otra fuente de energía renovable, como, por ejemplo, las placas solares. Si no, tiene como inconveniente que el precio de la electricidad es bastante elevado. Otro inconveniente lo encontramos con el hecho de que tienen un poder calorífico bastante reducido.
Por último, tenemos los radiadores de aceite, que necesitan estar conectados a la red eléctrica. Presentan las mismas ventajas que los eléctricos, pero con un poder calorífico superior a la hora de calentar cualquier estancia, pese a que tardan bastante tiempo en empezar a proporcionar calor. Otro inconveniente que presentan los radiadores en general es que ocupan espacio físico del hogar.
El suelo radiante
Se trata de una red de tubos que se instala debajo del suelo por la que, en su interior, circula agua caliente o fría, dependiendo del sistema que elijamos en nuestro hogar, ya que puede tratarse de un suelo radiante eléctrico que funcione con electricidad, con gas natural e incluso con fuentes renovables como la aerotermia.
Este sistema funciona gracias a una bomba de calor, por lo que es una opción eco-sostenible y respetuosa con el medio ambiente y que, además es altamente eficiente proporcionando calefacción cuando se combina con el suelo radiante.
El único inconveniente que presenta es que su instalación requiere una inversión bastante elevada y es necesario obrar para levantar el suelo e instalar los tubos. Sin embargo, existen ayudas europeas, nacionales, a nivel de las Comunidades Autónomas e incluso municipales a la instalación de este tipo de calefacción. Además, esta inversión se recupera en poco tiempo gracias a que repercute de forma directa en la factura de la luz a final de mes, por lo que pagarás menos e incluso podrás ahorrar.
El aire acondicionado
El aire acondicionado es otro de los sistemas más utilizados en la actualidad, ya que puede servir para proporcionar aire frío como caliente, por lo que es muy fácil elegir la temperatura más agradable en cada momento. Se suele utilizar en aquellas zonas donde las diferencias de temperatura son suaves y su instalación y mantenimiento son sencillos, ya que necesita dos unidades: una en el interior y otra en el exterior.
Funciona por energía eléctrica, por lo que puede ser un sistema bastante caro si no optas por un modelo de alta eficiencia energética, pero también es posible combinarlo con la aerotermia para ahorrar dinero y energía.
Además, este sistema permite zonificar la climatización de tu hogar si decides hacer una obra para instalar los conductos. De esta manera, podrás tener aire acondicionado en todo el hogar instalando un termostato en cada una de las estancias para poder elegir en cada momento la temperatura que queremos en cada una de ellas, por lo que es un sistema muy eficiente.
Estos son algunos de los sistemas de calefacción y climatización más utilizados en la actualidad. Si quieres optar por uno de ellos, te recomendamos que optes por los de mayor eficiencia energética y por aquellos que funcionan gracias a energías renovables. Ten en cuenta el clima de tu zona, el tamaño de tu hogar, el tiempo que pasas en él, tu presupuesto y si quieres realizar o no obras. De esta manera, si todavía no sabes qué sistema de calefacción elegir, podrás encontrar el que mejor se adapte a tus necesidades.