En la actualidad disfrutamos de aparatos eléctricos que nos hacen la vida más fácil y, por supuesto, mucho más cómoda. Tenemos neveras, lavadoras, lavavajillas, es decir, electrodomésticos de última generación que nos aportan un montón de ventajas. Entre estos aparatos, encontramos el aire acondicionado, que utilizamos para que el interior de nuestros hogares y espacios de trabajo sean lo más confortables posible.
Esto hace que la temperatura sea confortable a lo largo de todo el año en el interior de nuestro hogar o nuestro lugar de trabajo. Así, en verano, podemos disfrutar de unas temperaturas frescas, mientras que, en invierno, podemos disfrutar de interiores cálidos y acogedores.
Ahora bien, cuando hablamos de este tipo de aparatos eléctricos, nos asaltan bastantes dudas en relación al consumo de energía de los mismos. Ya que este va a reflejarse de forma inevitable cada mes en la factura de la luz. Entonces, nos preguntamos si es conveniente apagar estos dispositivos mientras no los estamos utilizando, al igual que nos solemos preocupar cuando dejamos la luz de la habitación encendida sin darnos cuenta.
Así pues, en relación al aparato de aire acondicionado, nos solemos preguntar si sucede lo mismo. De hecho, mucha gente enciende el aire acondicionado hasta que la temperatura de la sala es óptima y luego lo apaga para que esta temperatura aguante un rato y luego lo vuelve a encender, cuando la temperatura vuelve a resultar incómoda.
Pero, ¿Estamos haciendo lo correcto en este caso? ¿Apagar y encender el aire acondicionado es bueno o malo? Precisamente en este artículo vamos a hablar de este tema para resolver todas tus dudas.
Funcionamiento del aparato de aire acondicionado
Pero, para salir de dudas respecto a este tema, debemos entender cómo funciona el propio mecanismo del aparato de aire acondicionado. Es decir, la mejor manera de aprender a usar un dispositivo de manera correcta es aprendiendo a conocer su funcionamiento.
Así, un aire acondicionado es un sistema que consta de diferentes partes que se sitúan en distintos espacios y que trabajan juntas para lograr aclimatar un espacio interior. Si tomamos como referencia un modelo Split, podemos conocer las distintas partes de este sistema.
- La unidad exterior. Es la parte que se sitúa normalmente en las fachadas de los edificios o en terrazas y balcones. Incluye una parte muy importante que es el compresor.
- La unidad interior. Es la que todos conocemos, el aparato de aire acondicionado que se sitúa en una habitación del hogar como puede ser el comedor o el salón. Este incluye el evaporador.
- El termostato. Este se encarga de regular el funcionamiento de todo el sistema dependiendo de la temperatura que haga en el exterior. Es decir, no trabajará lo mismo si la temperatura es moderada o si es muy extrema, tanto por calor como por frío. Cuanto mayor sea la diferencia de temperatura que quedamos en el interior respecto a la del exterior, este deberá trabajar más.
- Los gases refrigerantes. Estos gases cambian constantemente de estado gaseoso a líquido, recorriendo las tuberías del sistema y variando su temperatura dependiendo si queremos aire caliente o frío.
Además, debes saber que, en algunos equipos de aire acondicionado, el proceso de circulación tanto del aire como el gas refrigerante no se realiza de manera continuada, sino que va por ciclos. Es decir, el sistema se detiene cuando el termostato detecta que la temperatura es la que hemos elegido y se vuelve a activar cuando la temperatura comienza a elevarse o a descender, dependiendo de si es verano o invierno.
Aunque esto no sucede en todos los aparatos de aire acondicionado, muchos de ellos funcionan de esta manera. Por ello, debes saber que en el inicio de cada ciclo se produce un mayor gasto de energía.
¿Es bueno apagar y encender el aire acondicionado?
Si te estás preguntando si apagar y encender el aire acondicionado te permite ahorrar energía, la respuesta es que no. De hecho, haciéndolo de forma repetitiva estás gastando mucha más energía de la que gastarías si lo dejaras encendido todo el tiempo.
Esto se debe a que cada vez que enciendes el equipo, este debe volver a reiniciarse rápidamente. Así pues, con cada encendido se produce un mayor gasto de energía. Si repites la operación muchas veces a lo largo del día, es probable que termines pagando bastante más dinero en la factura de la luz.
Así que apagar y encender el aire acondicionado no te va a hacer ahorrar más. Y si crees que estás siendo respetuoso o respetuoso con el medio ambiente haciéndolo, hemos dicho que el gasto energético es mayor y que estás gastando más energía. Por lo tanto, tampoco estás ayudando a proteger el medioambiente.
Lo mejor es dejar el aparato de aire acondicionado encendido durante todo el día mientras estemos en el hogar y que este vaya adecuando su temperatura por sí mismo, ya que tendrá que trabajar bastante menos para hacerlo.
¿Qué puedes hacer para reducir el consumo de energía?
Instala un aparato eficiente. Para ahorrar energía, lo primero que debes de hacer es confiar en un aparato de aire acondicionado que sea eficiente en el consumo energético. Existe una normativa europea que obliga a clasificarlos, como todos los electrodomésticos, de la letra A a la G en función de su eficiencia energética. Lo ideal es elegir un aparato clasificado con la etiqueta A, aunque su inversión inicial será más grande. Sin embargo, a medio y largo plazo recuperarás la inversión debido a que el gasto energético será menor y esto ayudará a abaratar bastante el importe de la factura de la luz.
Asegúrate de que tu hogar posee un buen aislamiento térmico. Esto se consigue instalando puertas o ventanas adecuadas y de calidad que garanticen un correcto aislamiento respecto a la temperatura del exterior. Además, debes asegurarte de que estas puertas y ventanas están correctamente cerradas.
Realiza un correcto ajuste de temperatura. Cuando vayas a elegir la temperatura que quieres tener en el interior de tu hogar, debes hacerlo teniendo en cuenta la temperatura que hay en el exterior. Si la diferencia es muy grande, el aparato deberá trabajar mucho más de lo normal. Por eso, deberías regular con una diferencia de 8ºC respecto al exterior, tanto en invierno como en verano. En verano, unos 23ºC o 26ºC es suficiente, y en invierno, unos 16ºC o 18ºC sería ideal.